Lo que creíamos nuestro,
aquellos cachivaches apestosos,
nuestro destino pintado de color morado,
y las mascotas que murieron de tristeza,
las noches alucinógenas,
de colores fluorescentes y ritmos decadentes,
placida platica del sol naciente,
mientras yo fumaba un cigarrillo
en mi regazo, tú
un beso con sabor a resaca,
un parpadeo que amenaza con ser eterno,
los deseos envueltos en papeles brillantes,
listos para ser entregados a un destinatario invisible,
las esperanzas que poníamos el uno en el otro,
la felicidad nimia, risas después del sexo,
la necesidad de tener tus manos en mi cuello.
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